Por qué no hay insectos gigantes
Es tan improbable un insecto gigante como un elefante milimétrico.
11/11/14
Esta es una pregunta que todo el tiempo nadie se hace: ¿Por qué no hay insectos gigantes? Aquí está Cibermitanios para responderla y evitar que tengas que pensar por cuenta propia, aunque es posible que termines pensando en otras cosas que tampoco tenías pensado pensar, como en lo absurdo que sería pensar en tener que pensar. Como sea, mencionaré los tres principales enemigos de un insecto gigante...
Los misteriosos engranajes biológicos de los animales generan calor en su andar y el organismo debe deshacerse de esta energía antes de que la maquinaria se sobrecargue y colapse.
Nosotros contamos con diversos mecanismos para enfriar el cuerpo y mantenerlo por debajo de los 37 ºC, que equivalen a unos 100 watts... aunque no lo notemos porque están distribuidos por toda la superficie de nuestra piel, que es de casi 2 m2.
La superficie de un cuerpo guarda relación directa con su tamaño, y uno pensaría que un animal más grande tendría mayor superficie y que, por lo tanto, se enfriaría más rápido. Pero uno suele pasar por alto los detalles...
Este es un simpático Qubit-o, animal que acabo de inventar para solucionar mis problemas de soledad y escasez de sillas. Además, nótese que carece de orificios de entrada y de salida, lo cual soluciona otros dramas inherentes a la manutención de toda mascota. Los ejemplares están a la venta en la Tienda Cibermitanios con diferentes accesorios a partir de $0.
Lo importante es que mi Qubit-o tiene 50 cm de alto, al igual que de ancho y de profundo, de modo que su superficie es de 1,5 m2 y su volumen de 0,125 m3.
Si este Qubit-o pudiera comer y duplicar su altura, su volumen aumentaría ocho veces, pero su superficie sólo cuatro. Por lo tanto, perdería calor a la mitad del ritmo que antes, calentándose más.
Lo mismo le ocurriría a un insecto que doblara su tamaño, y, de hecho, así pasa en todo el reino animal: cuanto más grande, más caliente. Por supuesto, los grandes animales han desarrollado mecanismos para ventilarse mejor y mantener la temperatura corporal en niveles aceptables. Por eso el elefante tiene orejas de elefante.
Obviamente y por lo mismo, si la altura del Qubit-o se redujera a la mitad, su pérdida de calor se duplicaría, razón por la cual los animales pequeños como ratones o pájaros deben alimentarse con mayor frecuencia para obtener energía y reemplazar la perdida (que no pueden almacenar en forma de grasa en grandes cantidades debido a su poco volumen) y así evitar morir de frío.
Para hacer un Qubit-o de otras dimensiones, entonces, debería añadirle algunos accesorios (también disponibles la Tienda Cibermitanios)...
Los insectos, por su parte, dejarían de ser lo que son al agregarle dichos plugins, de modo que aquí queda explicada la primera objeción a los megahexápodos.
Los insectos también necesitan oxígeno como combustible pero tienen poco espacio para pulmones, de manera que se las arreglan de otra forma. Su reducido tamaño les cambia la ventaja haciendo que cualquier punto del interior esté muy cerca del exterior, permitiendo al aire pasar directamente a través de sus poros hacia los órganos.
Un Qubit-o estándar (de talla M) debería tener poros demasiado grandes para oxigenarse, corriendo un enorme riesgo de ser víctima de un dueño zoofílico, además de que podría sobrevivir sólo en ambientes con mucho viento y, por consiguiente, todo el tiempo sonaría como una gaita. Al final, tendría más agujeros que no-agujeros y su tamaño no le traería muchas ventajas.
Al nivel del reino insecta, sin embargo, las moléculas del aire poseen un movimiento natural que es suficiente para abrirse paso a través de los poros hasta el interior del organismo, por lo que la pequeñez vuelve a ser un aliado celoso que les impide a los insectos crecer más allá de ciertos límites.
En la época de los dinosaurios, sin embargo, hubo insectos bastante más grandes que los actuales. El mejor ejemplo conocido fue el Meganeura, una especie de libélula de 75 cm de envergadura (distancia entre las puntas de sus alas). Aún se archiva como misterio por qué pudieron existir insectos tan grandes, pero se sospecha con bastante certeza que fue por el aire prehistórico: en esa era, la Tierra tenía hasta un 35% de oxígeno en su atmósfera, es decir, casi el doble que hoy.
Se sabe que los crustáceos –mucho más cercanos evolutivamente a los insectos que nosotros– limitan su tamaño según la disponibilidad de oxígeno en el ambiente. Habría que hacer el experimento evolutivo con algunos insectos de rápida reproducción y un ambiente artificialmente oxigenado. Luego habría que decir que fue idea mía.
Otras explicaciones conjeturan supuestos mecanismos que permiten comprimir y descomprimir los tubos que llevan el oxígeno al interior como si fueran pequeños pulmones. Lo innegable es que la Tierra de hace 300 millones de años era otro planeta, y si cambiara hoy en semejante proporción como para permitir insectos gigantes, éstos serían la menor de nuestras preocupaciones.
En cualquier caso, la respiración era y es sólo uno de los límites de los insectos, y no podrían ser mucho más grandes aunque sortearan este obstáculo. En lo que respecta a este artículo, estos párrafos completan el segundo argumento contra los rinocerontes de seis patas.
La cáscara de una cucaracha, por ejemplo extremo, es bastante dura, pero fina al fin. Al aumentar su tamaño, le bastaría a la cucaracha el golpe de una cuchara para romperse como un huevo. Y todos sabemos o imaginamos lo dolorosos que son o deben ser los cucharazos en los huevos.
Probablemente, si mantuviera el grosor normal de su cáscara, un escarabajo del tamaño de una vaca sería tan frágil que no soportaría el peso del aire, también conocido como presión atmosférica. Por otro lado, si dicho caparazón se engrosara proporcionalmente para hacer frente a lo que pesa el aire, el resto del insecto sucumbiría bajo el propio peso.
Al carecer de huesos, las extremidades y otras de sus partes son más o menos igual de frágiles que el exterior. Dicho esto, se desenmascara la verdad que siempre te ocultaron tus maestras: Las hormigas no levantan cien veces su propio peso porque tengan mucha fuerza, sino porque no pesan un carajo.
Los insectos son livianos sólo porque son pequeños, y al crecer se les acabaría dicha ventaja. El insecto más grande (el escarabajo Goliat) pesa lo mismo que el mamífero más pequeño (que debería llamarse David, pero es la musaraña), es decir, unos 100 gramos. Ese es el límite para ambos mundos.
No podemos saberlo con exactitud porque es imposible, pero podemos imaginar que si un insecto fuera del tamaño de un león pesaría más o menos lo mismo que él y se movería con la lentitud del enorme Goliat en relación con insectos más compactos. Además, ya no sería un insecto.
Ni hablemos de la habilidad de volar que todos los insectos poseen gracias a sus delicadas alas, que se partirían en mil pedazos al primer aleteo si fueran más amplias o serían inútiles si compensaran con espesor el peso extra que deberían levantar, aumentando aún más su masa en un círculo vicioso.
Estas son las objeciones principales, pero hay muchas más. Como cuarto problema podría mencionar la proverbial estupidez de los insectos, que los arremolinaría en estampidas al rededor de cualquier fuente de luz, obligándonos a escondernos para revisar los mensajes en el celular durante la noche.
En conclusión, es tan improbable un insecto gigante como un elefante milimétrico. Aunque, dado el tiempo suficiente –o un poco menos con ayuda de la tecnología genética–, todo es posible.
Primer problema: El calor corporal
Los misteriosos engranajes biológicos de los animales generan calor en su andar y el organismo debe deshacerse de esta energía antes de que la maquinaria se sobrecargue y colapse.
Nosotros contamos con diversos mecanismos para enfriar el cuerpo y mantenerlo por debajo de los 37 ºC, que equivalen a unos 100 watts... aunque no lo notemos porque están distribuidos por toda la superficie de nuestra piel, que es de casi 2 m2.
La superficie de un cuerpo guarda relación directa con su tamaño, y uno pensaría que un animal más grande tendría mayor superficie y que, por lo tanto, se enfriaría más rápido. Pero uno suele pasar por alto los detalles...
Este es un simpático Qubit-o, animal que acabo de inventar para solucionar mis problemas de soledad y escasez de sillas. Además, nótese que carece de orificios de entrada y de salida, lo cual soluciona otros dramas inherentes a la manutención de toda mascota. Los ejemplares están a la venta en la Tienda Cibermitanios con diferentes accesorios a partir de $0.
Lo importante es que mi Qubit-o tiene 50 cm de alto, al igual que de ancho y de profundo, de modo que su superficie es de 1,5 m2 y su volumen de 0,125 m3.
Si este Qubit-o pudiera comer y duplicar su altura, su volumen aumentaría ocho veces, pero su superficie sólo cuatro. Por lo tanto, perdería calor a la mitad del ritmo que antes, calentándose más.
Lo mismo le ocurriría a un insecto que doblara su tamaño, y, de hecho, así pasa en todo el reino animal: cuanto más grande, más caliente. Por supuesto, los grandes animales han desarrollado mecanismos para ventilarse mejor y mantener la temperatura corporal en niveles aceptables. Por eso el elefante tiene orejas de elefante.
Obviamente y por lo mismo, si la altura del Qubit-o se redujera a la mitad, su pérdida de calor se duplicaría, razón por la cual los animales pequeños como ratones o pájaros deben alimentarse con mayor frecuencia para obtener energía y reemplazar la perdida (que no pueden almacenar en forma de grasa en grandes cantidades debido a su poco volumen) y así evitar morir de frío.
Para hacer un Qubit-o de otras dimensiones, entonces, debería añadirle algunos accesorios (también disponibles la Tienda Cibermitanios)...
Los insectos, por su parte, dejarían de ser lo que son al agregarle dichos plugins, de modo que aquí queda explicada la primera objeción a los megahexápodos.
Segundo problema: El oxígeno
Los insectos también necesitan oxígeno como combustible pero tienen poco espacio para pulmones, de manera que se las arreglan de otra forma. Su reducido tamaño les cambia la ventaja haciendo que cualquier punto del interior esté muy cerca del exterior, permitiendo al aire pasar directamente a través de sus poros hacia los órganos.
Un Qubit-o estándar (de talla M) debería tener poros demasiado grandes para oxigenarse, corriendo un enorme riesgo de ser víctima de un dueño zoofílico, además de que podría sobrevivir sólo en ambientes con mucho viento y, por consiguiente, todo el tiempo sonaría como una gaita. Al final, tendría más agujeros que no-agujeros y su tamaño no le traería muchas ventajas.
Al nivel del reino insecta, sin embargo, las moléculas del aire poseen un movimiento natural que es suficiente para abrirse paso a través de los poros hasta el interior del organismo, por lo que la pequeñez vuelve a ser un aliado celoso que les impide a los insectos crecer más allá de ciertos límites.
En la época de los dinosaurios, sin embargo, hubo insectos bastante más grandes que los actuales. El mejor ejemplo conocido fue el Meganeura, una especie de libélula de 75 cm de envergadura (distancia entre las puntas de sus alas). Aún se archiva como misterio por qué pudieron existir insectos tan grandes, pero se sospecha con bastante certeza que fue por el aire prehistórico: en esa era, la Tierra tenía hasta un 35% de oxígeno en su atmósfera, es decir, casi el doble que hoy.
Se sabe que los crustáceos –mucho más cercanos evolutivamente a los insectos que nosotros– limitan su tamaño según la disponibilidad de oxígeno en el ambiente. Habría que hacer el experimento evolutivo con algunos insectos de rápida reproducción y un ambiente artificialmente oxigenado. Luego habría que decir que fue idea mía.
Otras explicaciones conjeturan supuestos mecanismos que permiten comprimir y descomprimir los tubos que llevan el oxígeno al interior como si fueran pequeños pulmones. Lo innegable es que la Tierra de hace 300 millones de años era otro planeta, y si cambiara hoy en semejante proporción como para permitir insectos gigantes, éstos serían la menor de nuestras preocupaciones.
En cualquier caso, la respiración era y es sólo uno de los límites de los insectos, y no podrían ser mucho más grandes aunque sortearan este obstáculo. En lo que respecta a este artículo, estos párrafos completan el segundo argumento contra los rinocerontes de seis patas.
Tercer problema: El peso
La cáscara de una cucaracha, por ejemplo extremo, es bastante dura, pero fina al fin. Al aumentar su tamaño, le bastaría a la cucaracha el golpe de una cuchara para romperse como un huevo. Y todos sabemos o imaginamos lo dolorosos que son o deben ser los cucharazos en los huevos.
Probablemente, si mantuviera el grosor normal de su cáscara, un escarabajo del tamaño de una vaca sería tan frágil que no soportaría el peso del aire, también conocido como presión atmosférica. Por otro lado, si dicho caparazón se engrosara proporcionalmente para hacer frente a lo que pesa el aire, el resto del insecto sucumbiría bajo el propio peso.
Al carecer de huesos, las extremidades y otras de sus partes son más o menos igual de frágiles que el exterior. Dicho esto, se desenmascara la verdad que siempre te ocultaron tus maestras: Las hormigas no levantan cien veces su propio peso porque tengan mucha fuerza, sino porque no pesan un carajo.
Los insectos son livianos sólo porque son pequeños, y al crecer se les acabaría dicha ventaja. El insecto más grande (el escarabajo Goliat) pesa lo mismo que el mamífero más pequeño (que debería llamarse David, pero es la musaraña), es decir, unos 100 gramos. Ese es el límite para ambos mundos.
No podemos saberlo con exactitud porque es imposible, pero podemos imaginar que si un insecto fuera del tamaño de un león pesaría más o menos lo mismo que él y se movería con la lentitud del enorme Goliat en relación con insectos más compactos. Además, ya no sería un insecto.
Ni hablemos de la habilidad de volar que todos los insectos poseen gracias a sus delicadas alas, que se partirían en mil pedazos al primer aleteo si fueran más amplias o serían inútiles si compensaran con espesor el peso extra que deberían levantar, aumentando aún más su masa en un círculo vicioso.
Estas son las objeciones principales, pero hay muchas más. Como cuarto problema podría mencionar la proverbial estupidez de los insectos, que los arremolinaría en estampidas al rededor de cualquier fuente de luz, obligándonos a escondernos para revisar los mensajes en el celular durante la noche.
En conclusión, es tan improbable un insecto gigante como un elefante milimétrico. Aunque, dado el tiempo suficiente –o un poco menos con ayuda de la tecnología genética–, todo es posible.
osea que seria completamente inútil intentar reproducir el mecanismo de salto de una pulga a escala humana?
ResponderEliminarEso equivaldría a que un humano saltara como mínimo a unos 200 metros de altitud. La aceleración necesaria sería al menos de 1.000 m/s/s, que es más de 100 veces la de la caída libre (100 G). Así que no es imposible, pero es inútil porque el humano llegaría un poco muerto. Sería como viajar en un auto que acelere de 0 a 3.600 km/h en 1 segundo (o al revés).
ResponderEliminarY los insectos de la pelicula "The Fog", eh eh??
ResponderEliminartambién queda el cangrejo de los cocoteros, que si bién no es insecto, si es un atrópodo muy grande.
ResponderEliminarPrecisamentes es "la nebilna" la que los sustenta... me refiero a la peli "The Fog"... si no se puede hacer insectos grandes, habrá que crear humanos mas pequeños... y hacer un Hormigodromo y montar hormigas en carreras de velocidad
ResponderEliminarNo entendí muy bien la parte de las hormigas. Esto significa que cualquier insecto de ese tamaño podría levantar el mismo peso? Les sería más fácil levantar un objeto dependiendo su forma (Plano, Piramidal, Obelisco)?
ResponderEliminarSignifica que, si bien levantan mucho más que su propio peso, no levantan mucho peso. Una hormiga pesa pocos miligramos y seguirá cargándose pocas decenas de miligramos (casi nada). Insectos más grandes pueden levantar cada vez menos múltiplos de sus propios pesos. El hombre, por otra parte, es un animal de peso intermedio y puede levantar un peso equivalente al suyo. Un elefante, en cambio, difícilmente pueda soportar el peso de otro elefante, mucho menos levantarlo.
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