Gestalt: Principio de destino común
La costumbre de fabricar una figura a partir del movimiento de varias partes.
26/7/13
Otra costumbre de simplificación de la realidad que tiene la mente es fabricar una figura a partir del movimiento de varias partes: peces similares y próximos nadando en una misma dirección (código mental: cardumen) son un ejemplo de esto –según me confirmó el prestigioso biólogo marino Fito Plancton–. O sea: cosas que comparten una dirección se perciben como una misma cosa aunque no compartan otras características.
"Destino", sin embargo, es un concepto difuso que puede entenderse aquí como en cualquier otra parte no sólo como rumbo y meta, sino también y especialmente en lo abstracto como misión y finalidad. O sea que en la segunda interpretación prevalece un para qué, del que de inmediato la mente se pregunta: ¿quién? Quizás por eso a veces una mente confunde orden con diseño y tendencia con propósito, y otra más vulgar mira coincidencias y ve milagros, cuando las tres parejas son tan distintas y opuestas como son el cómo y el para qué, la sustentación del avión y el aeropuerto...
Que la bandada vuele en una misma dirección y en formación de V se explica por cómo se ha formado dicho orden (es más fácil volar detrás de otra ave) y no con el para qué: la bandada no se forma para permanecer junta, sino porque permanece junta, y no vuela en formación para ahorrar energía, sino porque ahorra energía. Del mismo modo, el canario canta más fuerte cuanto más pequeña es la jaula, y completamente loco estaría quien pensara que eleva su melodía para que más le opriman; canta porque, no para; llora.
A esto el Hombre es una excepción notable. Nuevamente su inteligencia le juega en contra: el ser humano recién venido al mundo rápidamente aprende a llorar-para cuando comprende cómo el mundo responde a su llorar-porque y tiende a creer durante toda su estadía que el resto del universo funciona así también: haciendo a propósito, manipulando, extorsionando.
(En realidad, nosotros no venimos al mundo, sino que el mundo nos trae, el mundo nos hace. Nos hace pero no nos fabrica; somos procesos, no cosas; partimos de un cómo, no de un para qué. El mundo nos compila y nos ejecuta, y en el proceso nos dota de ese sentido estadístico que se traspapela y exorbita a veces hasta hacernos creer que si lloramos lo suficiente algún día un padre infinito nos dará golosinas para toda la eternidad, vendiendo el paraíso al mejor impostor.)
Ley de tendencia cartesiana común sería un mejor encabezado para este apartado, dejando para el resto de los casos el título de Ignorancia galopante o Pensamiento magicómico. Pero desafortunadamente todo eso parte del mismo principio psicológico y el destino es su origen, su cómo.
Así de simples y pocas son las semillas que crean la variedad de frutos mentales del jardín humano. La mente tiene menos posturas fundamentales que un Kamasutra para tortugas, y con ellas configura el mundo a su antojo. Como no es consciente de esta voluntad de la percepción, la proyecta hacia objetos inanimados o inexistentes y se victimiza ante ellos. No puede admitir que no se conoce a sí misma.
Aunque todos los poetas se unieran para desearlo, el viento nunca existe para mecer las hojas. Las hojas se mecen porque las mueve el viento. Es simple, como la sombra: claro que el Hombre puede plantar un árbol para que dé sombra, pero la sombra existe porque existe el árbol... y el Sol y otros detalles... da lo mismo llamarlo hidroavión que aerolancha; lo importante es el porque, siempre a la sombra del cómo, mientras que menos importa el para qué, emanado de un quién inteligente, potencialmente culpable, redimidor.
Entonces, tener a alguien a quien culpar por el resultado (destino) de las cosas se vuelve fundamental. Tanto es así que sólo hay un monstruo más despiadado, maléfico, indiferente y repulsivo que todos los seres jamás imaginados por el Hombre. Es un monstruo que inundó un planeta entero para destruir todas sus formas de vida; ¡ni Hitler llegó a tal extremo! Es un monstruo que personalmente asesinó a cada primogénito de Egipto hasta que no quedó casa sin muerto. Es un monstruo que ordenó a tres mil israelitas matar a sus vecinos, amigos y hermanos por la espada. El monstruo también mandó que se matara a cada niño y a cada mujer que no fuese virgen; afortunadamente, extendió a sus súbditos el permiso de apropiarse de las mujeres sobrevivientes. Y como era un monstruo que descansaba los domingos, ordenó matar a cualquiera que trabajase ese día de la semana (esto sigue vigente). Así mismo, al ver que la gente hacía lo que decía, también ordenó que los padres mataran a sus hijos desobedientes. Y a los homosexuales. Y a las mujeres que no llegaran vírgenes al matrimonio. Adicionalmente, el monstruo ordenó a su hijo difundir una amenaza: cualquiera que no creyese en él sufriría un tormento eterno en un lago de fuego de su creación. Pero en su defensa debo decir que también fabricó un lugar especial para quienes siguieran una pequeña lista de órdenes: amar al monstruo, amar al vecino, no cometer adulterio, no matar, no robar, no mentir y honrar a los propios padres. El hijo del monstruo añadió que si aún haciendo eso no era suficiente, habría que vender todas las posesiones y seguirlo... pero más tarde dijo que sólo podrían seguirlo aquellos que odiaran a su padre y a su madre, a su esposa e hijos, a sus hermanas y hermanos y a su propia vida; además, más tarde sería necesario beber su sangre y comer su carne. Finalmente, el hijo del monstruo —el peor filósofo de la historia, predicador del miedo al monstruo— apaciguó la ira de su padre ofreciéndole un sacrificio humano, el de sí mismo. Y el monstruo se aseguró de dejar vivas a suficientes personas, porque es un gran admirador de la esclavitud, práctica que aconseja repetidamente en un libro que tuvo el placer de dictar. Allí se observa que el monstruo no sólo es malvado y contradictorio sino también extremadamente mentiroso e ignorante acerca de cómo funcionan las cosas: el universo no puede crearse en seis días ni alcanzar su estado actual en seis mil años; la Tierra no puede inundarse hasta cubrir la montaña más alta; no se puede crear un hombre con barro; no puede existir el día antes que las estrellas... Afortunadamente, hay un lado positivo: el "monstruo" es completamente imaginario y fue creado por gente perversa para justificar sus atroces actos, y otros lo adoptaron para explicar sus destinos pasados y futuros ante la milimétrica confusión del cómo y el para qué, del propósito y el desenlace.
"Destino", sin embargo, es un concepto difuso que puede entenderse aquí como en cualquier otra parte no sólo como rumbo y meta, sino también y especialmente en lo abstracto como misión y finalidad. O sea que en la segunda interpretación prevalece un para qué, del que de inmediato la mente se pregunta: ¿quién? Quizás por eso a veces una mente confunde orden con diseño y tendencia con propósito, y otra más vulgar mira coincidencias y ve milagros, cuando las tres parejas son tan distintas y opuestas como son el cómo y el para qué, la sustentación del avión y el aeropuerto...
Que la bandada vuele en una misma dirección y en formación de V se explica por cómo se ha formado dicho orden (es más fácil volar detrás de otra ave) y no con el para qué: la bandada no se forma para permanecer junta, sino porque permanece junta, y no vuela en formación para ahorrar energía, sino porque ahorra energía. Del mismo modo, el canario canta más fuerte cuanto más pequeña es la jaula, y completamente loco estaría quien pensara que eleva su melodía para que más le opriman; canta porque, no para; llora.
A esto el Hombre es una excepción notable. Nuevamente su inteligencia le juega en contra: el ser humano recién venido al mundo rápidamente aprende a llorar-para cuando comprende cómo el mundo responde a su llorar-porque y tiende a creer durante toda su estadía que el resto del universo funciona así también: haciendo a propósito, manipulando, extorsionando.
(En realidad, nosotros no venimos al mundo, sino que el mundo nos trae, el mundo nos hace. Nos hace pero no nos fabrica; somos procesos, no cosas; partimos de un cómo, no de un para qué. El mundo nos compila y nos ejecuta, y en el proceso nos dota de ese sentido estadístico que se traspapela y exorbita a veces hasta hacernos creer que si lloramos lo suficiente algún día un padre infinito nos dará golosinas para toda la eternidad, vendiendo el paraíso al mejor impostor.)
Ley de tendencia cartesiana común sería un mejor encabezado para este apartado, dejando para el resto de los casos el título de Ignorancia galopante o Pensamiento magicómico. Pero desafortunadamente todo eso parte del mismo principio psicológico y el destino es su origen, su cómo.
Así de simples y pocas son las semillas que crean la variedad de frutos mentales del jardín humano. La mente tiene menos posturas fundamentales que un Kamasutra para tortugas, y con ellas configura el mundo a su antojo. Como no es consciente de esta voluntad de la percepción, la proyecta hacia objetos inanimados o inexistentes y se victimiza ante ellos. No puede admitir que no se conoce a sí misma.
Aunque todos los poetas se unieran para desearlo, el viento nunca existe para mecer las hojas. Las hojas se mecen porque las mueve el viento. Es simple, como la sombra: claro que el Hombre puede plantar un árbol para que dé sombra, pero la sombra existe porque existe el árbol... y el Sol y otros detalles... da lo mismo llamarlo hidroavión que aerolancha; lo importante es el porque, siempre a la sombra del cómo, mientras que menos importa el para qué, emanado de un quién inteligente, potencialmente culpable, redimidor.
Entonces, tener a alguien a quien culpar por el resultado (destino) de las cosas se vuelve fundamental. Tanto es así que sólo hay un monstruo más despiadado, maléfico, indiferente y repulsivo que todos los seres jamás imaginados por el Hombre. Es un monstruo que inundó un planeta entero para destruir todas sus formas de vida; ¡ni Hitler llegó a tal extremo! Es un monstruo que personalmente asesinó a cada primogénito de Egipto hasta que no quedó casa sin muerto. Es un monstruo que ordenó a tres mil israelitas matar a sus vecinos, amigos y hermanos por la espada. El monstruo también mandó que se matara a cada niño y a cada mujer que no fuese virgen; afortunadamente, extendió a sus súbditos el permiso de apropiarse de las mujeres sobrevivientes. Y como era un monstruo que descansaba los domingos, ordenó matar a cualquiera que trabajase ese día de la semana (esto sigue vigente). Así mismo, al ver que la gente hacía lo que decía, también ordenó que los padres mataran a sus hijos desobedientes. Y a los homosexuales. Y a las mujeres que no llegaran vírgenes al matrimonio. Adicionalmente, el monstruo ordenó a su hijo difundir una amenaza: cualquiera que no creyese en él sufriría un tormento eterno en un lago de fuego de su creación. Pero en su defensa debo decir que también fabricó un lugar especial para quienes siguieran una pequeña lista de órdenes: amar al monstruo, amar al vecino, no cometer adulterio, no matar, no robar, no mentir y honrar a los propios padres. El hijo del monstruo añadió que si aún haciendo eso no era suficiente, habría que vender todas las posesiones y seguirlo... pero más tarde dijo que sólo podrían seguirlo aquellos que odiaran a su padre y a su madre, a su esposa e hijos, a sus hermanas y hermanos y a su propia vida; además, más tarde sería necesario beber su sangre y comer su carne. Finalmente, el hijo del monstruo —el peor filósofo de la historia, predicador del miedo al monstruo— apaciguó la ira de su padre ofreciéndole un sacrificio humano, el de sí mismo. Y el monstruo se aseguró de dejar vivas a suficientes personas, porque es un gran admirador de la esclavitud, práctica que aconseja repetidamente en un libro que tuvo el placer de dictar. Allí se observa que el monstruo no sólo es malvado y contradictorio sino también extremadamente mentiroso e ignorante acerca de cómo funcionan las cosas: el universo no puede crearse en seis días ni alcanzar su estado actual en seis mil años; la Tierra no puede inundarse hasta cubrir la montaña más alta; no se puede crear un hombre con barro; no puede existir el día antes que las estrellas... Afortunadamente, hay un lado positivo: el "monstruo" es completamente imaginario y fue creado por gente perversa para justificar sus atroces actos, y otros lo adoptaron para explicar sus destinos pasados y futuros ante la milimétrica confusión del cómo y el para qué, del propósito y el desenlace.
Fascinante! Alabad al Mounstruo de Spaghetti!!
ResponderEliminar2 mas para concluir!! Muy ansioso!
Gracias por tu tiempo para redactar.
Saludos.
Tu mapa no es el mapa de la mayoría y menos el territorio. Habías empezado bien pero creo que creerte oráculo te está empezando a afectar. Te cuento un secreto entre nos: existe una ventana para ver el mundo externo que tu no tienes. Pero no te preocupes, tu ignorancia te encallece. Te prometo que no vas a notar su ausencia.
ResponderEliminarOh, lamento no ajustarme a tus expectativas. Trataré de hacerlo peor la próxima vez.
ResponderEliminarAyreonauta? leiste la biblia completa y la estudiaste. Para asegurar lo que estas diciendo sobre las enseñanzas de la biblia? En que te basas. En los resultados de dicha enseñanza? si es asi. Que es lo que verdaderamente se aplica en las actuales religiones cristianas? La verdadera enseñanza de la biblia o un poco de lo que me conviene y un poco de la biblia?
ResponderEliminarYo no aseguré nada, no soy vendedor de felicidades ni facilidades. Sólo pienso. Para obtener seguridad hay otros caminos... Este es el de la búsqueda.
ResponderEliminarMuy buenos los posts, lástima la agresividad innecesaria hacia la religión y algunas referencias poco felices y constantes a "mentes vulgares"
ResponderEliminarPero de verdad muy muy bueno
Gracias. En mi defensa diré que a mí las religiones me han amenazado con una eternidad en el infierno. Creo que yo no he sido tan duro con ellas. Ni tan soberbio como para pretender que piensen como yo.
ResponderEliminarEl artículo es excelente, ojalá pudieras publicar más temas relacionados con psicología.
ResponderEliminar¡Gracias!
El problema no está en la Biblia - no acudo en su defensa- pero si creo que deberían ir más allá, todo radica en la interpretación que se le da, ademas no podemos comparar esos tiempos con los tiempos presentes, hay que poner en contexto la "palabra Dios" cosa que no hace los que la profesan. Por otro lado estoy totalmente de acuerdo el "hijo de Dios" –el peor filósofo de la historia, predicador del miedo al monstruo–.
ResponderEliminarPor otro lado muy feliz con las publicaciones, apenas para seguir dando luz. Muchas Gracias
no me alcanza el tiempo para dejarte el mensaje, solo espero que no te tomes las cosas tan apecho y pobre del dia que ha de llegar
ResponderEliminarVeo mucho la intrusión forzada de ideas personales del mundo aprovechando el contexto del tema, lo cual está bien en términos de libertad expresiva pero con errores obvios para "una mente privilegiada", no sólo la agresividad fuera de lugar (en un principio gestáltico) sino además su falso fundamento, "Este monstruo hizo (cosa horrible)" la respuesta lógica de alguien creyente sería decir "Es una falta de respeto llamarlo monstruo" y a partir de lo cual se puede aseverar que el otro es falto de sentido común por importarle más la denominación que el acto del monstruo previamente mencionado. Así pues la falacia es "Porque lo que digo que hizo es horrendo, es un monstruo, justificar lo que digo eso sí para otro día", porque en cuanto a esto último encuentro falacias del hombre de paja porque claramente caricaturizaste bastante todo el tema, veo en general una postura bastante polarizada y sesgada, símplemente porque es evidente que la realidad no va a ser así de simple.
ResponderEliminarPor otro lado lamento que el que le hayan violentado le haga sentir que justifica el que usted violente las creencias de otras personas, un ojo por ojo en toda la regla, en el que incluso hasta quien usted llama el peor filósofo de la historia se dio cuenta del mundo ciego que traería y lo incorrecto que era, parece que incluso así le sigue aventajando.
Por último le aconsejo que si va a meter sus opiniones y pasiones de religión y teología lea la biblia, no porque piense que lo hará una persona más humilde o buena, ni siquiera para que desista de su posición en contra, sino simplemente para que elimine esos espantapájaros que transparentan tanto sus pasiones de su discurso.
PD: Llamarse a sí mismo una mente privilegiada me parece una propuesta bastante arriesgada y ególatra. Incluso Carl Sagan que ha llegado más lejos que todos en este foro juntos incluyéndolo y a mí también ha permanecido humilde respecto a sus conocimientos respecto a la inmensidad del universo, tómeselo con calma.
Me alegra que valides mi libertad de expresión. No esperaría menos luego de que defendieras al monstruo, que es un poco más agresivo que yo con el agravante de no existir.
ResponderEliminarClaramente el último párrafo es una falta de respeto. Quiero remarcarlo por si alguien no lo comprendió así: no respeto a los monstruos.
Pero decir que violento las crencias de otras personas es por lo menos desatinado. No te dije en qué creer o no creer. No, no fui yo. Tendrás que seguir buscando al culpable en otros rincones de Internet.
Y, si el destino te trae nuevamente por aquí, ojalá conectes los píxeles entre la primera y la última palabra. Así quizá nos ahorremos también la tarea de subrayar todas las falacias en tu comentario. ¡Gracias por tu tiempo!
Veo que prefirió permanecer en su zona de confort, por mí está bien.
ResponderEliminarDe hecho el último párrafo no fue en ánimo de despojarlo del respeto que se merece, fue una opinión verdaderamente honesta. La propuesta de una conducta así me parece ególatra y fuera de lugar en un mundo donde la humildad es una parte importante del intelecto, reconocer que siempre los habrá quienes sepan más que tú, si en el campo donde eres experto no, en alguno otro sí, porque así funciona el conocimiento y por eso conviene permanecer humilde, incluso en lo que somos versados siempre hay infinidades por aprender, para mí es fútil jugar a esas superficialidades, ni siquiera quienes la humanidad entera consideró genios se llegaron a considerar a sí mismos genios, ellos simplemente querían aprender más. Si no quiere admitir esta crítica está bien, entiendo que podrá perfectamente ignorarla. Mi crítica es hacia su conducta, no necesariamente hacia usted.
Y que quede claro mi honestidad al respecto: Creo que quienes llegamos hasta acá fue porque encontramos algo útil en su trabajo y aprendimos de él, lo cual hace una lástima que algunos se hayan quedado con un trato tan agresivo por sus creencias.
Digo violentar porque la verdad se mostró con bastante agresividad en el tema, ciertamente no conseguirá un diálogo respetuoso sobre religión despotricando de esa forma, pero para empezar no parece ni siquiera que busque eso, sino hacer una suerte de catarsis intensa sin contemplaciones insultando otras creencias, ¿cuál es el objetivo de eso?, ¿qué busca o qué caso tiene?
Pudo decirme simplemente que ojalá y llegue a un entendimiento con lo que quiso decirme, no hay necesidad de arremeter de esa forma contra el intelecto de otras personas, menospreciando su capacidad de entendimiento como si no pudieran juntar pixeles y palabras, o eso me dio a entender con sus indirectas.
Me parece bien que me hagan notar si estoy incurriendo en falacias, siempre es útil para todos nosotros, pero que quede claro que usted no contestó las que yo le mencioné.
Una disculpa por el "mucho texto", siempre tuve la maña de escribir más y más, si se molesta en leerlo todo muchas gracias por su tiempo, entiendo que puede ser cansino leer tanto en una suerte de trifulca, sobre todo en una situación tan, digamos intensa.
A veces la única forma de guardar respeto es guardar todas las palabras. Pero eso sería un despropósito en este espacio, que no es para hacer amigos sino ideas, así que intentaré por última vez comunicarte que no estás leyendo atentamente, ni siquiera estos comentarios. Por ejemplo, "el último párrafo" se refería al texto original, el que termina con "desenlace".
ResponderEliminarY me detendría a examinar públicamente tus falacias si fueran tan sólo detalles, pero tu discurso amerita un curso más profundo que nos desviaría del tema. Sospecho, además, de tu comprensión no sólo del esquema lógico de las falacias sino del término mismo porque aludiste a la del espantapájaros repetida y erróneamente. Te doy un ejemplo de lo que sí ejemplifica esa falacia: decir que yo dije tener una mente privilegiada cuando, sin embargo, jamás lo dije. Acusarme al mismo tiempo de cometer esa misma falacia es otro nivel. Y hay mucho más que revisar antes de entrar en esos tecnicismos lógicos...
"Respuesta lógica de un creyente" es un oxímoron. Si hay algo opuesto a razonar, es creer (a menos que nos atengamos al logos como palabra vacía). El creyente puede acertar, pero no puede comunicarse con un creyente diferente. Eso es una zona de comfort. Sé que esa hipocresía no es conciente ni malintencionada, pero hay que señalarla. Igual que a la idea (incompatible hasta el absurdo con la anterior) de "intrusión forzada", como si me hubiera metido en tu propiedad privada (no, estimado; el mundo es de todos y pensamos en él lo que nos da la gana).
Finalmente, no veo necesidad de caer al nivel de justificar por qué sería horrendo extorsionar, esclavizar, exterminar, etc. Tu idea de "violentar creencias" es muy curiosa. Yo lo llamo pensar. Si en mi caso pienso bien o mal, es otro tema. Pero violento es querer adueñarse del mundo racional con una creencia. Podrías creer que creer es un acto de libertad, pero es lo opuesto: es limitar el pensamiento, es haber decidido antes de haber pensado.