17 mil millones de planetas como la Tierra
Dos planetas habitables por cada persona del mundo.
16/1/13
El resultado del último y extenso análisis de los datos recopilados por el telescopio espacial Kepler eleva la cifra de planetas posiblemente habitables a un nivel nunca pensado: si los cálculos son correctos, significa que sólo en nuestra galaxia hay más de dos planetas como la Tierra para cada persona del mundo. Pero, para tener una Tierra, lo primero que necesitamos es un Sol. Para tener 17 mil millones de Tierras...
Estimaron que nuestra galaxia posee al menos 17 mil millones de planetas similares a la Tierra repartidos en un 50% de las estrellas similares al Sol, que representan un 17% (1/6) del total de estrellas. Así que hablemos del Sol...
El Sol es una enana amarilla de secuencia principal de tipo espectral G2, es decir:
El Sol es de la secuencia principal porque está en pleno proceso de quemar hidrógeno. En este rango está la mayoría de las estrellas conocidas, excepto las de rock, que queman otras sustancias. Se las distingue por su temperatura y luminosidad, que a su vez dependen de la masa y en menor medida de su química. Te dejo con una tabla para que lo pienses. Ya vuelvo...
Bien, ahora necesito que me devuelvas la tabla. Lindo perrito. Como habrás notado, el color de una estrella es inverso a lo que el sentido común balbucea sobre la temperatura: las más rojas son más frías y las más calientes son azuladas (especialmente sin la interferencia de la atmósfera terrestre). Así que no confíes en el sentido común... y que ni se te ocurra tocar una estrella azul.
A su vez, es notorio que el color está ligado al tamaño, como sabe cualquier lectora que haya salido con un negro:
El Sol es una enana amarilla principalmente por su tamaño y su color. ¿Qué esperabas? Si te dicen que te van a presentar a una amiga a la que llaman "la enana amarilla", eso es exactamente lo que vas a encontrar, una mujer bajita y amarillenta... y no será de las más calientes. Cerca de un 10% de las estrellas de esta galaxia seríanjaponesas enanas amarillas.
El Sol es de tipo G2 porque es de un subtipo muy específico de G, concretamente, del subtipo de estrellas que son idénticas al Sol y que tomamos como referencia para el resto. O sea, el Sol es especial porque lo decimos nosotros; a su vez, este hecho nos hace sentirnos especiales. El resto de los tipos espectrales también tienen subtipos que van del 0 al 5, pero a nadie le importa (los datos de la tabla son un promedio de las cualidades de cada subtipo).
En definitiva: según los últimos cálculos, la mitad de las estrellas de la Vía Láctea que caen en la categoría del Sol tendrían al menos un planeta de tamaño igual o superior al de la Tierra. Estaríamos hablando de un 5% del total de las estrellas (lo cual no significa que el resto no tenga planetas, sino que sólo se estudiaron ese tipo de astros). Mirando en detalle, un 42% de esas estrellas tendría planetas rocosos de menos del doble del diámetro terrestre (aunque este dato ya es para exquisitos: no hace falta tanto parecido con la Tierra; tratemos de quedarnos entre la belleza de las diferencias sutiles, entre los extremos de esta vida contradictoria donde una imagen vale más que mil palabras pero no hay que juzgar a un libro por su portada).
Esta cifra es bastante menor que la estimada hace casi exactamente un año, pero muchísimo mayor que la confirmada en ese entonces. Es natural que, a medida que el conocimiento avanza, los extremos se vayan promediando. Y en cualquier caso se vuelve a confirmar y con mayor precisión que –sin contar a los aún más numerosos planetas errantes (sin estrella)– hay más planetas que estrellas, y la mayoría de ellos son más parecidos a la Tierra que al resto de los planetas del Sistema Solar. Como dije en otra ocasión: la naturaleza fabrica en serie, aunque más bien como un artesano...
La distancia a la estrella, la temperatura de ésta (me refiero a la estrella, no pienses mal) y del núcleo del planeta, y de éste los componentes de la corteza y atmósfera y la influencia de muchos otros factores hacen que prácticamente cada una de esas "Tierras" sea única. Sin embargo, hay ciertos rasgos que los planetas comparten según su órbita respecto de una estrella tipo G...
Lamentablemente, resulta que los planetas más parecidos en tamaño a la Tierra están demasiado cerca de la estrella (como Mercurio del Sol). A esta distancia, la formación de una atmósfera que retenga el calor es muy difícil, por lo que las altas temperaturas diurnas (427 ºC en el caso de Mercurio) descienden rápidamente al anochecer (-183 ºC), lo cual es bueno sólo para ultrapasteurizar extraterrestres.
Aparte y destacando una curiosidad: se estimó que prácticamente todas las estrellas tienen planetas de algún tipo, incluyendo un raro 5% de gigantes gaseosos. Digo "raro" porque, en el Sistema Solar, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno representan un 50% de gigantes gaseosos sobre el total de planetas, pero supongo que los raros somos nosotros. El resto serían subtierras desérticas, como Marte, hornos semilíquidos como Venus, rocas heladas, como Plutón, o quién sabe qué. Lo importante es que el cielo está lleno de planetas. Después de todo, si este sol tiene ocho planetas, ¿por qué demonios íbamos a pensar que el resto no?
En cuanto a los 17 mil millones de Tierras que nos conciernen, el número no implica que sean habitables. Ya vimos los varios requisitos para que un planeta se considere en la Zona Habitable, pero aprovecho esta noticia para expandir el concepto, entre otras cosas, porque un planeta habitable, es decir, donde la vida pueda subsistir, no necesariamente es un planeta donde la vida pueda originarse, y porque la vida que esperamos encontrar requiere esencialmente agua y carbono (para formar carbohidratos) y oxígeno, pero la vida que no esperamos encontrar es otra historia...
En las formas de vida que conocemos, el agua es esencial, pero sólo en estado líquido –a propósito, le recuerdo a la lectora que, si le gusta el agua, tenga en cuenta que yo soy 70% agua–. En planetas demasiado alejados de sus estrellas la vida podría valerse de otra sustancia solvente que no se congele tan fácilmente como el agua, así como en mundos con órbitas muy cerradas podría sustituir al carbono con análogos como el silicio o el boro, capaces de soportar mucho mayores temperaturas. Y el otro elemento fundamental, el oxígeno, se podría reemplazar tranquilamente incluso por elementos no gaseosos, como el azufre, cosa que hacen aquí algunas bacterias sin que nadie se asombre demasiado.
Si bien la mayor parte de esto último es por ahora pura especulación, ha de tenerse en cuenta porque nuestro conocimiento de la vida está extremadamente limitado por la posición de la Tierra respecto del Sol y por las características de éste; es una relación única y, básicamente, no sabemos cómo reaccionarían entre sí otros elementos químicos en ambientes planetarios muy diferentes del nuestro –y añadamos que la vida es poco más que una reacción química que se autoreplica–.
Además, el panorama también se puede ampliar sin tocar al carbono, que se asocia para formar vida con otros cinco elementos esenciales: azufre, fósforo, hidrógeno, nitrógeno y oxígeno. Sabemos, por ejemplo, que hay una bacteria que puede sustituir al fósforo con arsénico (si bien no en toda su estructura, sí al menos en partes clave), y algo similar podría pasar con las otras esencias químicas.
La razón por la cual no vemos demasiadas formas de vida a la moda del arsénico es su "blandura": a diferencia del fósforo, que normalmente es sólido, el arsénico se torna líquido por debajo de los 614 ºC, por lo que, como cualquier terrícola inteligente habrá deducido, casi siempre es líquido. Menciono esto para demostrar que lo que aquí es un problema podría ser una solución en otro planeta, en diferentes contextos de temperatura y presión atmosférica. Otra diferencia ventajosa para el arsénico es que no es fosforescente –como es el fósforo que contiene el semen bajo la luz ultravioleta– por lo que los extraterrestres no tendrían 17 mil millones de series de TV al estilo CSI.
Pero lo importante del caso del arsénico fue que la mera excepción era suficiente para admitir la posibilidad de más excepciones, tal como lo corroboró más tarde el descubrimiento del AXN; la tabla periódica se comporta como un complejo puzzle de posibilidades inagotables cuando se la cambia de planeta, y algunas de ellas podrían ser reacciones autoreplicantes como la vida... o, tal vez, algo mejor... como un mundo de clones de Angelina Jolie... aunque, en ese caso, ¿qué sería de la belleza? Probablemente una única fea entre 17 mil millones de Angelinas sería la más codiciada.
Y, como venía diciendo antes de irme por las académicas ramas de la bioquímica, hay muchos planetas que son lo suficientemente parecidos a la Tierra pero que también tienen suficientes pequeñas variaciones como para crear algo vivo y a la vez completamente nuevo. Cada sistema estelar es un laboratorio impredecible donde podría ocurrir cualquier cosa (por ejemplo, nosotros).
Como sea, aún no se ha verificado la existencia de exoplaneta alguno que contenga vida, pero ahora sabemos que hay unos 17 mil millones de candidatos solamente contando los de la Vía Láctea. Recordemos que esa cifra no es del total de planetas, sino sólo de los similares a la Tierra orbitando estrellas similares al Sol en una sola galaxia. 17 mil millones en nuestra humilde galaxia. Es mucho y no es nada. Teniendo en cuenta a otros tipos de estrellas, especialmente a las enanas blancas, se calcula que podría haber un mínimo de cien mil millones de planetas en la Vía Láctea, una de las cien mil millones de galaxias conocidas.
Reitero y actualizo lo que dije el año pasado: todas estas cifras serán obsoletas el año que viene; se desecharán algunas ilusiones y se encontrarán muchas más realidades. De todos modos, 17 mil millones es un número tan grande que, a razón de un planeta por segundo, para contarlos a todos necesitarías 4 horas, 12 días, 8 meses y 538 años. Es más fácil clavar los ojos en el cielo y dejar caer la mandíbula.
17 mil millones de Soles
Estimaron que nuestra galaxia posee al menos 17 mil millones de planetas similares a la Tierra repartidos en un 50% de las estrellas similares al Sol, que representan un 17% (1/6) del total de estrellas. Así que hablemos del Sol...
El Sol es una enana amarilla de secuencia principal de tipo espectral G2, es decir:
El Sol es de la secuencia principal porque está en pleno proceso de quemar hidrógeno. En este rango está la mayoría de las estrellas conocidas, excepto las de rock, que queman otras sustancias. Se las distingue por su temperatura y luminosidad, que a su vez dependen de la masa y en menor medida de su química. Te dejo con una tabla para que lo pienses. Ya vuelvo...
Tipo espectral | Radio (xSol) | Masa (xSol) | Luminosidad (xSol) | Temperatura (ºC) | |
O | 15 | 60 | 140.000 | 38.000 | |
B | 7 | 18 | 20.000 | 18.500 | |
A | 2,1 | 3,1 | 80 | 8.000 | |
F | 1,3 | 1,7 | 6 | 6.100 | |
G | 1,12 | 1,1 | 1,2 | 5.700 | |
☼ | G2 | 1 | 1 | 1 | 5.500 |
K | 0,9 | 0,8 | 0,4 | 3.600 | |
M | 0,4 | 0,3 | 0,04 | 2.100 |
Bien, ahora necesito que me devuelvas la tabla.
A su vez, es notorio que el color está ligado al tamaño, como sabe cualquier lectora que haya salido con un negro:
El Sol es una enana amarilla principalmente por su tamaño y su color. ¿Qué esperabas? Si te dicen que te van a presentar a una amiga a la que llaman "la enana amarilla", eso es exactamente lo que vas a encontrar, una mujer bajita y amarillenta... y no será de las más calientes. Cerca de un 10% de las estrellas de esta galaxia serían
El Sol es de tipo G2 porque es de un subtipo muy específico de G, concretamente, del subtipo de estrellas que son idénticas al Sol y que tomamos como referencia para el resto. O sea, el Sol es especial porque lo decimos nosotros; a su vez, este hecho nos hace sentirnos especiales. El resto de los tipos espectrales también tienen subtipos que van del 0 al 5, pero a nadie le importa (los datos de la tabla son un promedio de las cualidades de cada subtipo).
En definitiva: según los últimos cálculos, la mitad de las estrellas de la Vía Láctea que caen en la categoría del Sol tendrían al menos un planeta de tamaño igual o superior al de la Tierra. Estaríamos hablando de un 5% del total de las estrellas (lo cual no significa que el resto no tenga planetas, sino que sólo se estudiaron ese tipo de astros). Mirando en detalle, un 42% de esas estrellas tendría planetas rocosos de menos del doble del diámetro terrestre (aunque este dato ya es para exquisitos: no hace falta tanto parecido con la Tierra; tratemos de quedarnos entre la belleza de las diferencias sutiles, entre los extremos de esta vida contradictoria donde una imagen vale más que mil palabras pero no hay que juzgar a un libro por su portada).
17 mil millones de Tierras
Esta cifra es bastante menor que la estimada hace casi exactamente un año, pero muchísimo mayor que la confirmada en ese entonces. Es natural que, a medida que el conocimiento avanza, los extremos se vayan promediando. Y en cualquier caso se vuelve a confirmar y con mayor precisión que –sin contar a los aún más numerosos planetas errantes (sin estrella)– hay más planetas que estrellas, y la mayoría de ellos son más parecidos a la Tierra que al resto de los planetas del Sistema Solar. Como dije en otra ocasión: la naturaleza fabrica en serie, aunque más bien como un artesano...
La distancia a la estrella, la temperatura de ésta (me refiero a la estrella, no pienses mal) y del núcleo del planeta, y de éste los componentes de la corteza y atmósfera y la influencia de muchos otros factores hacen que prácticamente cada una de esas "Tierras" sea única. Sin embargo, hay ciertos rasgos que los planetas comparten según su órbita respecto de una estrella tipo G...
Lamentablemente, resulta que los planetas más parecidos en tamaño a la Tierra están demasiado cerca de la estrella (como Mercurio del Sol). A esta distancia, la formación de una atmósfera que retenga el calor es muy difícil, por lo que las altas temperaturas diurnas (427 ºC en el caso de Mercurio) descienden rápidamente al anochecer (-183 ºC), lo cual es bueno sólo para ultrapasteurizar extraterrestres.
Aparte y destacando una curiosidad: se estimó que prácticamente todas las estrellas tienen planetas de algún tipo, incluyendo un raro 5% de gigantes gaseosos. Digo "raro" porque, en el Sistema Solar, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno representan un 50% de gigantes gaseosos sobre el total de planetas, pero supongo que los raros somos nosotros. El resto serían subtierras desérticas, como Marte, hornos semilíquidos como Venus, rocas heladas, como Plutón, o quién sabe qué. Lo importante es que el cielo está lleno de planetas. Después de todo, si este sol tiene ocho planetas, ¿por qué demonios íbamos a pensar que el resto no?
En cuanto a los 17 mil millones de Tierras que nos conciernen, el número no implica que sean habitables. Ya vimos los varios requisitos para que un planeta se considere en la Zona Habitable, pero aprovecho esta noticia para expandir el concepto, entre otras cosas, porque un planeta habitable, es decir, donde la vida pueda subsistir, no necesariamente es un planeta donde la vida pueda originarse, y porque la vida que esperamos encontrar requiere esencialmente agua y carbono (para formar carbohidratos) y oxígeno, pero la vida que no esperamos encontrar es otra historia...
17 mil millones de posibilidades para la vida
En las formas de vida que conocemos, el agua es esencial, pero sólo en estado líquido –a propósito, le recuerdo a la lectora que, si le gusta el agua, tenga en cuenta que yo soy 70% agua–. En planetas demasiado alejados de sus estrellas la vida podría valerse de otra sustancia solvente que no se congele tan fácilmente como el agua, así como en mundos con órbitas muy cerradas podría sustituir al carbono con análogos como el silicio o el boro, capaces de soportar mucho mayores temperaturas. Y el otro elemento fundamental, el oxígeno, se podría reemplazar tranquilamente incluso por elementos no gaseosos, como el azufre, cosa que hacen aquí algunas bacterias sin que nadie se asombre demasiado.
Si bien la mayor parte de esto último es por ahora pura especulación, ha de tenerse en cuenta porque nuestro conocimiento de la vida está extremadamente limitado por la posición de la Tierra respecto del Sol y por las características de éste; es una relación única y, básicamente, no sabemos cómo reaccionarían entre sí otros elementos químicos en ambientes planetarios muy diferentes del nuestro –y añadamos que la vida es poco más que una reacción química que se autoreplica–.
Además, el panorama también se puede ampliar sin tocar al carbono, que se asocia para formar vida con otros cinco elementos esenciales: azufre, fósforo, hidrógeno, nitrógeno y oxígeno. Sabemos, por ejemplo, que hay una bacteria que puede sustituir al fósforo con arsénico (si bien no en toda su estructura, sí al menos en partes clave), y algo similar podría pasar con las otras esencias químicas.
La razón por la cual no vemos demasiadas formas de vida a la moda del arsénico es su "blandura": a diferencia del fósforo, que normalmente es sólido, el arsénico se torna líquido por debajo de los 614 ºC, por lo que, como cualquier terrícola inteligente habrá deducido, casi siempre es líquido. Menciono esto para demostrar que lo que aquí es un problema podría ser una solución en otro planeta, en diferentes contextos de temperatura y presión atmosférica. Otra diferencia ventajosa para el arsénico es que no es fosforescente –como es el fósforo que contiene el semen bajo la luz ultravioleta– por lo que los extraterrestres no tendrían 17 mil millones de series de TV al estilo CSI.
Pero lo importante del caso del arsénico fue que la mera excepción era suficiente para admitir la posibilidad de más excepciones, tal como lo corroboró más tarde el descubrimiento del AXN; la tabla periódica se comporta como un complejo puzzle de posibilidades inagotables cuando se la cambia de planeta, y algunas de ellas podrían ser reacciones autoreplicantes como la vida... o, tal vez, algo mejor... como un mundo de clones de Angelina Jolie... aunque, en ese caso, ¿qué sería de la belleza? Probablemente una única fea entre 17 mil millones de Angelinas sería la más codiciada.
Y, como venía diciendo antes de irme por las académicas ramas de la bioquímica, hay muchos planetas que son lo suficientemente parecidos a la Tierra pero que también tienen suficientes pequeñas variaciones como para crear algo vivo y a la vez completamente nuevo. Cada sistema estelar es un laboratorio impredecible donde podría ocurrir cualquier cosa (por ejemplo, nosotros).
17 mil millones no es nada
Como sea, aún no se ha verificado la existencia de exoplaneta alguno que contenga vida, pero ahora sabemos que hay unos 17 mil millones de candidatos solamente contando los de la Vía Láctea. Recordemos que esa cifra no es del total de planetas, sino sólo de los similares a la Tierra orbitando estrellas similares al Sol en una sola galaxia. 17 mil millones en nuestra humilde galaxia. Es mucho y no es nada. Teniendo en cuenta a otros tipos de estrellas, especialmente a las enanas blancas, se calcula que podría haber un mínimo de cien mil millones de planetas en la Vía Láctea, una de las cien mil millones de galaxias conocidas.
Kepler sólo observa 1⁄400 del cielo visible desde nuestra posición (en la constelación Cygnus). El universo podría estar mucho más o menos poblado de planetas en cualquier otra dirección, pero por ahora no tenemos forma de saberlo.
Y recordemos también que los datos provienen del telescopio Kepler, que, si bien es bastante preciso (el 90% de sus descubrimientos pueden confirmarse con otros métodos), sólo detecta planetas que casualmente eclipsan a su estrella, y que además sólo vigila determinado tipo de estrellas eclipsadas por planetas de determinado tamaño en determinada área. Podría darse que la gran mayoría de las órbitas sean perpendiculares al punto de vista de Kepler, o que las estrellas que no vigila sean las más rodeadas de planetas, etcétera, de modo que sólo esté viendo una diminuta fracción de las posibles Tierras en esa diminuta fracción que observa, sin mencionar a los que tienen largas órbitas y aún no han pasado entre el telescopio y la estrella (la inmensa mayoría).Reitero y actualizo lo que dije el año pasado: todas estas cifras serán obsoletas el año que viene; se desecharán algunas ilusiones y se encontrarán muchas más realidades. De todos modos, 17 mil millones es un número tan grande que, a razón de un planeta por segundo, para contarlos a todos necesitarías 4 horas, 12 días, 8 meses y 538 años. Es más fácil clavar los ojos en el cielo y dejar caer la mandíbula.