Encontrando un planeta como la Tierra
Los cinco planetas más parecidos a la Tierra, incluyendo candidatos para la vida.
21/2/12
El 21 de febrero de 2011 escribí En busca de un planeta como la Tierra y aposté a que dicho planeta sería encontrado en un lapso simbólico de un año terrestre... año que se acaba de cumplir. Las lectoras que recuerden la apuesta pueden ir ejercitando las nalgas, porque este adivino vino a reclamar su merecido. Pero miremos primero en los ojos de la ciencia los aciertos astronómicos pertinentes a este lapso...
Antes que nada, hay que entender cómo se clasifican los planetas y por qué, ya que una pequeña diferencia con la Tierra puede hacerlos completamente inhabitables, además de que no tiene sentido reclamar una victoria si no sabe qué batalla se está librando...
La escala ESI determina qué tan geológicamente similares son los planetas a la Tierra, desde cero hasta uno. Valores de entre 0,8 y 1 corresponden a planetas terrestres, es decir, con una composición rocosa y capaces de retener una atmósfera adecuada. Este número se calcula teniendo en cuenta el radio, la densidad, la velocidad de escape y la temperatura de la superficie del planeta. Por ejemplo, la Tierra tiene un ESI de 1, Marte de 0,66, la Luna de 0,56 y un hipopótamo de 0.
La medida HZD dice en qué lugar se encuentra el planeta dentro de la franja donde la distancia a su estrella permite una temperatura moderada, esencial para la existencia de agua líquida. Se consideran en dicha zona los planetas con una HZD de entre -1 y +1 HZU, siendo cero lo ideal. El valor de HZD depende no sólo de la distancia entre el planeta y la estrella, sino también de la luminosidad de la estrella, por lo que no necesariamente es una distancia similar a la que separa la Tierra del Sol.
La clasificación pClass ordena los planetas con una combinación de tres zonas térmicas (caliente, tibia y fría) y siete categorías de masa (asteroidiena, mercuriana, subterrestre, terrestre, superterrestre, neptuniana y joviana). Obviamente, la clase depende de la posición del planeta respecto de la Zona Habitable (que le da la temperatura) y de su masa. El resultado puede ir desde un mercurio frío hasta un joviano caliente, siendo lo ideal una tierra tibia (no se toman en cuenta las alteraciones del clima por la posible actividad industrial de habitantes inescrupulosos).
Dentro de la Zona Habitable, los planetas vuelven a ser clasificados según la temperatura media de sus superficies (hClass). Los de clase HP y HT están al margen de lo insoportable para la vida, como el reggaeton, mientras que en los de clase P y T pueden sobrevivir organismos extremófilos (generalmente bacterias) y sólo los de clase M, como la Tierra, pueden soportar formas de vida complejas.
De acuerdo con todo esto y algunas cosas más, los planetas (y lunas) pueden combinar requisitos de muchísimas formas. Pero lo importante, en pocas palabras, es que sean rocosos, tibios, estén a una distancia equilibrada de su estrella y tengan un tamaño de entre la mitad y el doble que la Tierra. Sin embargo, esto último no es muy común en la galaxia; como veremos luego, los planetas potencialmente habitables más comunes -hasta ahora- son las supertierras tibias.
Hay una pequeña variable que no se ha tomado en cuenta en esta clasificación, y que menciono para simple deleite de la imaginación: los planetas detectados, especialmente los más distantes, podrían simplemente no existir en absoluto, por haber sido arrasados por la explosión de una supernova, por ejemplo, como es el caso de la imagen más conocida de la Nebulosa del Águila, o cualquier otra catástrofe estelar.
En este último tiempo, se descubrieron directa o indirectamente todo tipo de planetas: con núcleo de diamante, con océanos de diamante líquido, 75% menos densos que el agua, incandescentes de un lado y congelados del otro, completamente oscuros, con atmósferas fluorescentes, envueltos en llamas, cubiertos por agua, con velocidades increíblemente altas, que giran a 10.000 revoluciones por minuto, que giran en direcciones inesperadas, con anillos, entre los anillos de una estrella, con cola de cometa, con dos soles, con tres soles y hasta planetas sin sol.
Estos últimos, de los cuales se descubrieron 10 en marzo, elevan enormemente la estimación de planetas existentes, porque, según los cálculos, en la Vía Láctea habría incluso más planetas errantes que estrellas (100.000 por cada estrella). Sin embargo, el mes pasado unos astrónomos Franceses terminaron de examinar qué tan normal era que un planeta orbitara una estrella y encontraron que, lejos de ser una excepción, era la norma por gran mayoría. Y, si hay más planetas errantes que estrellas y más planetas normales que errantes... tu imaginación captará sólo una fracción de los datos del siguiente párrafo.
Según dicho examen estelar, 17% de las estrellas posee un planeta similar a Júpiter (demasiado grande), 52% posee planetas parecidos a Neptuno (demasiado fríos) y casi 7 de cada 10 estrellas tienen supertierras (demasiado tentadoras). Dicho esto, y teniendo en cuenta que la Vía Láctea cobija más de 300 mil millones de soles, podría haber hasta 200 mil millones de supertierras sólo en nuestra galaxia (o menos de la mitad, pero ¿qué importa para alguien que nunca contó hasta mil?).
Es una supertierra cualquier planeta rocoso -como el nuestro- de entre una y diez veces el tamaño de la Tierra, con una estrecha órbita alrededor de una estrella. Si la órbita es demasiado amplia, el planeta se torna gaseoso, como Júpiter. Marte es un planeta rocoso, pero no una supertierra debido a su reducido tamaño, débil gravedad y tenue atmósfera (130 veces menor que la terrestre); es una subtierra.
En este lapso averiguamos que la Tierra viene a ser algo así como un Plutón galáctico, una "Supertierra Enana", uno de los más pequeños dentro de la clase de planetas que domina el universo, por lo que debemos esperar que los planetas habitables sean generalmente más grandes que el nuestro. Pero lo importante -y que quisiera decir de tal manera que lo entienda hasta el más idiota de mis queridos lectores- es que ¡en el cielo hay más planetas que estrellas! Y la mayor parte de ellos se parece a la Tierra, por lo que empezamos muy bien.
Pero también merecen un párrafo los planetas inhóspitos, para que no se diga que discriminamos: durante este año cibermitaño, la astronomía avanzó como antes era inimaginable y encontró el planeta más pequeño (1,4 veces el tamaño de la Tierra), el más grande (1,7 veces el de Júpiter), el más cercano a nosotros (10,5 años luz), el más lejano (28.000), el más caliente (2.200 ºC), el más frío (-220), el más viejo (12.700 millones de años de edad), el más joven (1 millón), el más liviano (como el corcho), el más pesado (20 veces más que Júpiter), el más inclinado (37º), el más rápido (con un año de 10 horas), el más cercano a su estrella (26 veces más cerca que Mercurio del Sol), etc. Dalo por hecho: todos esos números estarán obsoletos el próximo año. Pero lo interesante es la inmensa variedad de formas en las que conspira el cosmos para que las lectoras se desnuden.
Y lo más asombroso es que todo esto se vio dentro de un radio de sólo 1.500 años luz de la Tierra, enfocando sólo un 0,25% del cielo y sólo en un rango de 0,5 a 10 UA de cada estrella. La Vía Láctea tiene 100.000 años luz de diámetro y cubre el 100% del cielo, así que apenas empezamos a echar un vistazo a una de las 170 mil millones de galaxias de la ínfima parte del universo que podemos ver, y ya encontramos 2.326 planetas extrasolares, de los cuales 680 son superterrestres, 207 tienen aproximadamente el tamaño de la Tierra y varios se parecen a ella en más de un aspecto fundamental...
La gran mayoría de los exoplanetas descubiertos durante este año -entre mi predicción y hoy- son gigantes gaseosos como Júpiter (inhabitables). Pero unas decenas reúnen las condiciones mínimas para sostener la vida, sea aborigen o importada [cf. Panspermia artificial], sea microscópica e inútil o lo suficientemente compleja como para ejecutar procesos zornológicos [cf. Zornología].
Los primeros ejemplos aparecieron juntos: dos planetas acorralando a la estrella Kepler 20, que son los primeros de tamaño similar al terrestre (un 13% menos y un 3% por ciento más). Por desgracia, están demasiado cerca de su estrella como para ser de utilidad a la vida. Sin embargo, el hallazgo es destacable porque demuestra el progreso humano en detectar planetas no sólo tan grandes que no te cabrían en la cabeza ni aunque la tuvieras del tamaño de Júpiter, sino también planetas tan minúsculos como el nuestro, y a distancias tan enormes (1.000 años luz, en este caso) que equivalen a descubrir una lámpara a 500 kilómetros con un mosquito que le gira al rededor, sabiendo incluso si es macho o hembra.
Menos de seis meses después de que el reloj comenzara a correr en mi contra, se descubrió el planeta HD 85512 b (o Gliese 370 b), convirtiéndose en otro de los más pequeños exoplanetas conocidos y, hasta dicho momento, en el planeta más potencialmente habitable, aunque eso pasaría en poco tiempo a ser parte de la Historia, al igual que todo lo que mencionaré más adelante. Debido a la luz que refleja (albedo), se calcula que tiene una atmósfera rica en nubes; si éstas llegan a cubrir un 50% de la misma, habría agua líquida en la superficie y sería habitable, pero dicho porcentaje aún no ha sido confirmado.
Esta supertierra se creyó en un principio que orbitaba fuera de la Zona Habitable, pero nuevas observaciones y cálculos la ubicaron en el límite de la misma, siendo por ende posible que contenga agua en estado líquido, e incluso un profundo océano cubriendo toda su superficie. Aunque Gliese 581 d recibe apenas el 30% de la luz que la Tierra (menos que Marte), por lo que sería razonable que el agua estuviera congelada, hay indicios de la existencia de gases de efecto invernadero que podrían ayudar. La esperanza no es remota: la Tierra misma, si no tuviera este efecto invernadero, tendría una temperatura media de −18°C.
Para fines de 2011, Kepler había encontrado más de mil nuevos planetas potencialmente habitables. Entre ellos, la supertierra Kepler-22b, que es, hasta ahora, el exoplaneta más parecido a la Tierra y uno de los más prometedores para la vida, ya que todas estas condiciones, incluyendo una temperatura media de 22 ºC y una atmósfera adecuada, aseguran que contenga agua líquida y nubes. Lamentablemente, se encuentra a 600 años luz de distancia, por lo que, mientras no inventemos algo más rápido que la luz, nos tomaría un mínimo de 1.200 años traer un poco de esa deliciosa agua mineral extraterrestre.
Con o sin posibilidades de materia prima para una Coca DiET, con esto queda oficialmente confirmada la existencia del primer planeta en una zona habitable, sólo 78 días antes de que se terminara mi plazo, por lo que debo declarar inmediatamente dos cosas:
Este mismo mes, se detectó un planeta rocoso, GJ 667C c, en torno a una estrella de un sistema solar triple a sólo 22 años luz de tu pantalla. Tiene una temperatura muy tentadora para ir de vacaciones y posiblemente no sólo agua líquida sino también una abundancia extraordinaria de bloques para construir cosas vivas, de acuerdo a los elementos pesados que fabrica su estrella (hierro, carbono y silicio). Aunque está muy cerca de su estrella, ésta es débil, por lo que recibe la misma cantidad de calor que la Tierra. Hoy, es el mejor candidato para la vida. Más que ser habitable, podría estar hecho para la vida humana.
Hay muchos otros planetas potencialmente habitables, pero aún no han sido debidamente confirmados.
Lo importante de los que vimos arriba no es sólo que serían altamente habitables y que hasta probablemente estén habitados, ya que la naturaleza se asegura inmediatamente de que las cosas ocurran allí donde pueden ocurrir [cf. Agua, aire, fuego y esferas en el espacio y La vida podría ser una Ley Universal], sino que son muy comunes. El pizarrón de la noche está lleno de ecuaciones para la vida.
Y ni siquiera empezamos a analizar los satélites naturales de esos planetas, que son un número mucho más grande. Ejemplo: sólo el sistema solar tiene más de 162 lunas, y al menos una de ellas, Europa, con enormes posibilidades de fabricar extraterrestres [cf. Todos estos mundos y Europa].
Bueno, hoy aprendimos mucho. Por ahora, tenemos que conformarnos con que sean planetas teóricamente habitables y prácticamente prohibidos por la distancia. ¡Pero eso no está nada mal! Después de todo, mi pronóstico no incluía enviar testigos de Jebús a nuevos mundos, sino sólo tener "cierta certeza" de que existen. Si bien aún no se ha impreso la gran primera plana de
Clasificación de planetas
Antes que nada, hay que entender cómo se clasifican los planetas y por qué, ya que una pequeña diferencia con la Tierra puede hacerlos completamente inhabitables, además de que no tiene sentido reclamar una victoria si no sabe qué batalla se está librando...
Índice de similitud
La escala ESI determina qué tan geológicamente similares son los planetas a la Tierra, desde cero hasta uno. Valores de entre 0,8 y 1 corresponden a planetas terrestres, es decir, con una composición rocosa y capaces de retener una atmósfera adecuada. Este número se calcula teniendo en cuenta el radio, la densidad, la velocidad de escape y la temperatura de la superficie del planeta. Por ejemplo, la Tierra tiene un ESI de 1, Marte de 0,66, la Luna de 0,56 y un hipopótamo de 0.
Zona Habitable
La medida HZD dice en qué lugar se encuentra el planeta dentro de la franja donde la distancia a su estrella permite una temperatura moderada, esencial para la existencia de agua líquida. Se consideran en dicha zona los planetas con una HZD de entre -1 y +1 HZU, siendo cero lo ideal. El valor de HZD depende no sólo de la distancia entre el planeta y la estrella, sino también de la luminosidad de la estrella, por lo que no necesariamente es una distancia similar a la que separa la Tierra del Sol.
Clase planetaria
La clasificación pClass ordena los planetas con una combinación de tres zonas térmicas (caliente, tibia y fría) y siete categorías de masa (asteroidiena, mercuriana, subterrestre, terrestre, superterrestre, neptuniana y joviana). Obviamente, la clase depende de la posición del planeta respecto de la Zona Habitable (que le da la temperatura) y de su masa. El resultado puede ir desde un mercurio frío hasta un joviano caliente, siendo lo ideal una tierra tibia (no se toman en cuenta las alteraciones del clima por la posible actividad industrial de habitantes inescrupulosos).
Clase habitable
Dentro de la Zona Habitable, los planetas vuelven a ser clasificados según la temperatura media de sus superficies (hClass). Los de clase HP y HT están al margen de lo insoportable para la vida, como el reggaeton, mientras que en los de clase P y T pueden sobrevivir organismos extremófilos (generalmente bacterias) y sólo los de clase M, como la Tierra, pueden soportar formas de vida complejas.
De acuerdo con todo esto y algunas cosas más, los planetas (y lunas) pueden combinar requisitos de muchísimas formas. Pero lo importante, en pocas palabras, es que sean rocosos, tibios, estén a una distancia equilibrada de su estrella y tengan un tamaño de entre la mitad y el doble que la Tierra. Sin embargo, esto último no es muy común en la galaxia; como veremos luego, los planetas potencialmente habitables más comunes -hasta ahora- son las supertierras tibias.
Hay una pequeña variable que no se ha tomado en cuenta en esta clasificación, y que menciono para simple deleite de la imaginación: los planetas detectados, especialmente los más distantes, podrían simplemente no existir en absoluto, por haber sido arrasados por la explosión de una supernova, por ejemplo, como es el caso de la imagen más conocida de la Nebulosa del Águila, o cualquier otra catástrofe estelar.
Supertierras: La norma universal
En este último tiempo, se descubrieron directa o indirectamente todo tipo de planetas: con núcleo de diamante, con océanos de diamante líquido, 75% menos densos que el agua, incandescentes de un lado y congelados del otro, completamente oscuros, con atmósferas fluorescentes, envueltos en llamas, cubiertos por agua, con velocidades increíblemente altas, que giran a 10.000 revoluciones por minuto, que giran en direcciones inesperadas, con anillos, entre los anillos de una estrella, con cola de cometa, con dos soles, con tres soles y hasta planetas sin sol.
Estos últimos, de los cuales se descubrieron 10 en marzo, elevan enormemente la estimación de planetas existentes, porque, según los cálculos, en la Vía Láctea habría incluso más planetas errantes que estrellas (100.000 por cada estrella). Sin embargo, el mes pasado unos astrónomos Franceses terminaron de examinar qué tan normal era que un planeta orbitara una estrella y encontraron que, lejos de ser una excepción, era la norma por gran mayoría. Y, si hay más planetas errantes que estrellas y más planetas normales que errantes... tu imaginación captará sólo una fracción de los datos del siguiente párrafo.
Según dicho examen estelar, 17% de las estrellas posee un planeta similar a Júpiter (demasiado grande), 52% posee planetas parecidos a Neptuno (demasiado fríos) y casi 7 de cada 10 estrellas tienen supertierras (demasiado tentadoras). Dicho esto, y teniendo en cuenta que la Vía Láctea cobija más de 300 mil millones de soles, podría haber hasta 200 mil millones de supertierras sólo en nuestra galaxia (o menos de la mitad, pero ¿qué importa para alguien que nunca contó hasta mil?).
Es una supertierra cualquier planeta rocoso -como el nuestro- de entre una y diez veces el tamaño de la Tierra, con una estrecha órbita alrededor de una estrella. Si la órbita es demasiado amplia, el planeta se torna gaseoso, como Júpiter. Marte es un planeta rocoso, pero no una supertierra debido a su reducido tamaño, débil gravedad y tenue atmósfera (130 veces menor que la terrestre); es una subtierra.
En este lapso averiguamos que la Tierra viene a ser algo así como un Plutón galáctico, una "Supertierra Enana", uno de los más pequeños dentro de la clase de planetas que domina el universo, por lo que debemos esperar que los planetas habitables sean generalmente más grandes que el nuestro. Pero lo importante -y que quisiera decir de tal manera que lo entienda hasta el más idiota de mis queridos lectores- es que ¡en el cielo hay más planetas que estrellas! Y la mayor parte de ellos se parece a la Tierra, por lo que empezamos muy bien.
Pero también merecen un párrafo los planetas inhóspitos, para que no se diga que discriminamos: durante este año cibermitaño, la astronomía avanzó como antes era inimaginable y encontró el planeta más pequeño (1,4 veces el tamaño de la Tierra), el más grande (1,7 veces el de Júpiter), el más cercano a nosotros (10,5 años luz), el más lejano (28.000), el más caliente (2.200 ºC), el más frío (-220), el más viejo (12.700 millones de años de edad), el más joven (1 millón), el más liviano (como el corcho), el más pesado (20 veces más que Júpiter), el más inclinado (37º), el más rápido (con un año de 10 horas), el más cercano a su estrella (26 veces más cerca que Mercurio del Sol), etc. Dalo por hecho: todos esos números estarán obsoletos el próximo año. Pero lo interesante es la inmensa variedad de formas en las que conspira el cosmos para que las lectoras se desnuden.
Y lo más asombroso es que todo esto se vio dentro de un radio de sólo 1.500 años luz de la Tierra, enfocando sólo un 0,25% del cielo y sólo en un rango de 0,5 a 10 UA de cada estrella. La Vía Láctea tiene 100.000 años luz de diámetro y cubre el 100% del cielo, así que apenas empezamos a echar un vistazo a una de las 170 mil millones de galaxias de la ínfima parte del universo que podemos ver, y ya encontramos 2.326 planetas extrasolares, de los cuales 680 son superterrestres, 207 tienen aproximadamente el tamaño de la Tierra y varios se parecen a ella en más de un aspecto fundamental...
Planetas candidatos para la vida
La gran mayoría de los exoplanetas descubiertos durante este año -entre mi predicción y hoy- son gigantes gaseosos como Júpiter (inhabitables). Pero unas decenas reúnen las condiciones mínimas para sostener la vida, sea aborigen o importada [cf. Panspermia artificial], sea microscópica e inútil o lo suficientemente compleja como para ejecutar procesos zornológicos [cf. Zornología].
Los primeros ejemplos aparecieron juntos: dos planetas acorralando a la estrella Kepler 20, que son los primeros de tamaño similar al terrestre (un 13% menos y un 3% por ciento más). Por desgracia, están demasiado cerca de su estrella como para ser de utilidad a la vida. Sin embargo, el hallazgo es destacable porque demuestra el progreso humano en detectar planetas no sólo tan grandes que no te cabrían en la cabeza ni aunque la tuvieras del tamaño de Júpiter, sino también planetas tan minúsculos como el nuestro, y a distancias tan enormes (1.000 años luz, en este caso) que equivalen a descubrir una lámpara a 500 kilómetros con un mosquito que le gira al rededor, sabiendo incluso si es macho o hembra.
HD 85512 b
Menos de seis meses después de que el reloj comenzara a correr en mi contra, se descubrió el planeta HD 85512 b (o Gliese 370 b), convirtiéndose en otro de los más pequeños exoplanetas conocidos y, hasta dicho momento, en el planeta más potencialmente habitable, aunque eso pasaría en poco tiempo a ser parte de la Historia, al igual que todo lo que mencionaré más adelante. Debido a la luz que refleja (albedo), se calcula que tiene una atmósfera rica en nubes; si éstas llegan a cubrir un 50% de la misma, habría agua líquida en la superficie y sería habitable, pero dicho porcentaje aún no ha sido confirmado.
Gliese 581 d
Esta supertierra se creyó en un principio que orbitaba fuera de la Zona Habitable, pero nuevas observaciones y cálculos la ubicaron en el límite de la misma, siendo por ende posible que contenga agua en estado líquido, e incluso un profundo océano cubriendo toda su superficie. Aunque Gliese 581 d recibe apenas el 30% de la luz que la Tierra (menos que Marte), por lo que sería razonable que el agua estuviera congelada, hay indicios de la existencia de gases de efecto invernadero que podrían ayudar. La esperanza no es remota: la Tierra misma, si no tuviera este efecto invernadero, tendría una temperatura media de −18°C.
Kepler-22 b
Para fines de 2011, Kepler había encontrado más de mil nuevos planetas potencialmente habitables. Entre ellos, la supertierra Kepler-22b, que es, hasta ahora, el exoplaneta más parecido a la Tierra y uno de los más prometedores para la vida, ya que todas estas condiciones, incluyendo una temperatura media de 22 ºC y una atmósfera adecuada, aseguran que contenga agua líquida y nubes. Lamentablemente, se encuentra a 600 años luz de distancia, por lo que, mientras no inventemos algo más rápido que la luz, nos tomaría un mínimo de 1.200 años traer un poco de esa deliciosa agua mineral extraterrestre.
Con o sin posibilidades de materia prima para una Coca DiET, con esto queda oficialmente confirmada la existencia del primer planeta en una zona habitable, sólo 78 días antes de que se terminara mi plazo, por lo que debo declarar inmediatamente dos cosas:
- Mi predicción está técnicamente cumplida.
- Sugiero un nombre para el planeta: Fuckyeah.
Gliese 667C c
Este mismo mes, se detectó un planeta rocoso, GJ 667C c, en torno a una estrella de un sistema solar triple a sólo 22 años luz de tu pantalla. Tiene una temperatura muy tentadora para ir de vacaciones y posiblemente no sólo agua líquida sino también una abundancia extraordinaria de bloques para construir cosas vivas, de acuerdo a los elementos pesados que fabrica su estrella (hierro, carbono y silicio). Aunque está muy cerca de su estrella, ésta es débil, por lo que recibe la misma cantidad de calor que la Tierra. Hoy, es el mejor candidato para la vida. Más que ser habitable, podría estar hecho para la vida humana.
Conclusiones
Hay muchos otros planetas potencialmente habitables, pero aún no han sido debidamente confirmados.
Lo importante de los que vimos arriba no es sólo que serían altamente habitables y que hasta probablemente estén habitados, ya que la naturaleza se asegura inmediatamente de que las cosas ocurran allí donde pueden ocurrir [cf. Agua, aire, fuego y esferas en el espacio y La vida podría ser una Ley Universal], sino que son muy comunes. El pizarrón de la noche está lleno de ecuaciones para la vida.
Y ni siquiera empezamos a analizar los satélites naturales de esos planetas, que son un número mucho más grande. Ejemplo: sólo el sistema solar tiene más de 162 lunas, y al menos una de ellas, Europa, con enormes posibilidades de fabricar extraterrestres [cf. Todos estos mundos y Europa].
Bueno, hoy aprendimos mucho. Por ahora, tenemos que conformarnos con que sean planetas teóricamente habitables y prácticamente prohibidos por la distancia. ¡Pero eso no está nada mal! Después de todo, mi pronóstico no incluía enviar testigos de Jebús a nuevos mundos, sino sólo tener "cierta certeza" de que existen. Si bien aún no se ha impreso la gran primera plana de
Se descubrió un planeta como la Tierra, considerando que podría haber hecho la misma apuesta en cualquier otro punto del tiempo que es infinito hasta donde puedo imaginar, creo que anduve bastante cerca y merezco el premio (si es posible, en efectivo). No sé si hace falta aclararlo: si no, mataré otro gatito.