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Principio de Pareto, efectividad y perfección

El 20% de las acciones logra el 80% de los resultados.
Hoy aprenderás algo que seguramente intuías: el principio de Pareto, según el cual la mayor parte de cualquier cosa proviene de la menor parte de otra o, en otras palabras, el 20% de las acciones logra el 80% de los resultados, mientras que el 80% restante sólo causa un 20% de los efectos deseados. Especialmente para comenzar un nuevo proyecto, puede ser muy útil tener presente este revelador concepto...


Principio de Pareto


VilfredoVilfredo Pareto fue un sociólogo, filósofo y economista italiano, creador del concepto de élites («elegidos») y de esta "regla del 80/20" que yo intuía, entre otros, en este sentido: por ejemplo, el 80% de los lectores de este blog llega buscando cosas que representan el 20% del contenido total. Y la mayoría de ese contenido es al cual le dedico la menor cantidad de tiempo (un ejemplo de esto es el post del avión en la cinta transportadora, que apenas me tomó un minuto pero tiene un tiempo de "lectura" promedio de 29 minutos por persona).


Ejemplos


En otros aspectos de la vida, el principio de Pareto se traduce así:
  • El 80% de las ganancias de un negocio proviene del 20% de sus productos o servicios.
  • El 80% del éxito proviene de un 20% del esfuerzo realizado para obtenerlo.
  • El 80% de las plantas de un jardín germina del 20% de las semillas plantadas.
  • El 80% de tus recuerdos proviene de un 20% de tus experiencias.
  • El 20% de las personas posee el 80% de las riquezas.
  • El 20% de los lectores genera el 80% de los comentarios.
  • El 20% de la población es responsable de un 80% de los delitos.
  • El 20% de las canciones suena un 80% de las veces.

Y así podría seguir indefinidamente...

Pero, principalmente, todo esto significa que en la vida hay muchos problemas sin importancia y pocos problemas realmente importantes. Y que lo más probable es que gastemos la mayor parte de nuestro tiempo en ese 80% de problemas insignificantes.


Efectividad


EfectividadSegún lo anterior, identificando cuál es el 20% más relevante, se puede controlar el 80% de los resultados.

Es frecuente la idea de que hay algunas personas que saben poco sobre muchas cosas y otras que saben mucho sobre poco (expertos). La cuestión también es que uno puede ser un experto en algo que pertenece al 80% innecesario. Identificar el 20% productivo, entonces, sigue siendo lo fundamental, porque de nada sirve ser un experto en estupideces (excepto, quizá, para conducir algún programa de TV).

Y lo mismo es cierto desde el otro ángulo: el 20% de los errores que cometemos son responsables del 80% de nuestros fracasos. Enfocarse en ese veinte por ciento nos permite crecer, no sólo obteniendo mejores resultados, sino también evitando los peores. Esa es la clave de la efectividad.

El 80%, sin embargo, generalmente es obligatorio porque está conformado por basura que hay que limpiar diariamente para poder ver el 20% restante. Aunque ese ochenta no se pueda evitar, como en el caso de ir a trabajar para poder comer, es el veinte lo que importa. Después de todo, el placer está en las cosas pequeñas, lo bueno viene en envase chico, menos es más, el tamaño no importa (?), etc.



Si bien no podemos eliminar el 80%, podemos aprender a aprovechar el 20% que tiene verdadero potencial, como todas las frases resaltadas en este texto. Primero, por supuesto, hay que aprender a identificar ese 20%, y nadie más que uno mismo puede enseñar tal cosa. Espero, sin embargo, que este principio de Pareto te sirva como herramienta de aprendizaje.


Perfección


PerfecciónObviamente, lo de 80/20 es una aproximación, pero hay una razón universal detrás de esta proporción. Es conocida como Ley potencial e implica que cuanto más significativo es un evento, con menor frecuencia se produce. Por ejemplo, cuanto más grande es un terremoto, tanto menos frecuente es, o cuanto más larga es una palabra, menos se utiliza en un idioma, etc.

Y quizá por eso los buenos posts de Cibermitanios son los menos frecuentes, aunque hago lo posible por maximizar el tiempo que invierto en ellos... el 20% de las veces.

Lo ideal sería invertir los términos: hacer que el veinte se transforme en ochenta, que lo productivo ocupe la mayor cantidad de nuestro tiempo. Por supuesto que el proceso nunca termina: dentro del 20% descubriremos otro 20% más importante que el resto (el 4% del total), y así hasta quién sabe dónde, pero de eso se trata el perfeccionamiento.

La perfección en sí misma, según me deja pensar la Ley potencial, no existe. Al tratarse del evento más superior de todos, se produce cada una eternidad, es decir, nunca. Por eso jamás decidí cuál sería la imagen perfecta para ilustrar este apartado.

Según el principio de Pareto, tampoco existiría tal cosa como la perfección. El proceso de perfeccionamiento se detiene cuando alcanza un límite: cuando no se puede mejorar una cosa sin tener que empeorar otra. O quizá ese límite es la perfección misma, lo máximo a lo que podemos aspirar. Por ejemplo, yo no puedo seguir escribiendo si tengo muchas ganas de ir al baño (y escribir desde el baño sería de un mal gusto terrible, además de resultarme técnicamente imposible... un momento... Sí, se puede. Ahhhhhhh... el placer de escribir).

En resumen, la mayoría de lo que hacemos durante el día carece de importancia frente a lo que menos hacemos, que generalmente incluye disfrutar la vida de la manera que a uno más le gusta. O, en palabras del magnífico Theodore Sturgeon: el 90% de las cosas son una mierda.

También dijo, en otro contexto: ¿Sabes qué vas a aprender ahora? Vas a aprender a usar lo que aprendiste.