Cibermitanos pasará a la historia por ser el único blog interesado cada vez que se descubre un nuevo planeta. La mayoría de la gente no lo sabe, pero ya tuvimos el placer de encontrar cerca de 280 hermanitos de La Tierra. En esta ocasión, los científicos han descubierto un planeta similar al nuestro, al menos con la clase de similitudes que les interesa a los astrónomos.

El hallazgo ocurrió en la constelación de Leo, y probablemente se trate del planeta extrasolar más pequeño conocido hasta hoy, de aproximadamente un 150% el tamaño de La Tierra. A sólo 30 años luz de La Tierra (eso es poco para la luz), GJ 436c es otro candidato para la futura búsqueda de vida extraterrestre debido a sus características tan familiares.

Según afirma la nota de prensa, lo importante de este hallazgo no es tanto el planeta en sí, si no el éxito de las nuevas tecnologías aplicadas para encontrarlo a través de la detección de perturbaciones ejercidas sobre otro planeta cercano, más de veinte veces más grande que el nuestro y descubierto en 2004.

Por su superficie similar a La Tierra y su distancia al Sol, podría contener vida

La evolución de esta técnica nos permitiría acercarnos virtualmente cada vez más a los planetas lejanos, permitiéndonos conocer detalles tan precisos como la composición de su atmósfera, aún sin poder observarlo directamente.

Otro punto importante es que aún no hemos visto el planeta, pero las simulaciones matemáticas e informáticas ya nos dicen muchísimo sobre él. Estos avances, creen los científicos (sí, ellos también creen cosas), nos llevarán a una mayor comprensión y mejor exploración de nuevos mundos y de sus relaciones con la vida, que, en el fondo, siempre se trata de esta última.

GJ 436c está en resonancia con el otro planeta, es decir que sus órbitas son relativas: por cada dos vueltas del planeta anterior, el nuevo planeta completaría sólo una. La fuerza de gravedad del planeta más grande modifica la trayectoria del pequeño, creando una órbita muy extraña (ver video). Gracias a ello es que los astrónomos pudieron descubrirlo y averiguar que su año dura tan sólo 5 días terrestres, y unas 100 horas su día.